miércoles, 9 de julio de 2008

HADAS


Mito o realidad

Dejamos para este apartado unas consideraciones que oscilan entre la investigación histórica y los mitos ya que al llegar a este punto es preciso hacerlas.

En el condado de Wiltshire, en Inglaterra, existen dos famosos “círculos” de piedras, que se conocen con el nombre de Henge, uno el de Avebury y el otro a 26 Km. De distancia, el mundialmente célebre de Stonhenge.

A estos semiderruidos monumentos, se les denominaba en la antigüedad,”piedras de las Hadas” –en Bretaña, en la zona de Carnac, existe un gran menhir derrumbado por un terremoto en 1722, al que se le conoce como Piedra de las Hadas-.

Pero aún hay más curiosidades dignas de mención en Wiltshire y alrededores.

En Westbury existe, grabada en una colina, la figura de un caballo blanco; tema que se repite en otros muchos puntos desde Oxford hasta Brigthon, siempre realizados sobre colinas y que van desde la manifestación animal hasta la humana.

A 1600 Km. De Avebury se halla la colina de Silbury, algo que parece artificial y construida por el año 2750 a.c.; allí, según dice la leyenda, se encuentra la tumba del rey Sil, del que se afirma sale a cabalgar sobre su caballo blanco, vestido de pies a cabeza con armadura de oro, y hemos de tener bien presente, que la colina de Silbury está ubicada también en Wiltshire.

La respuesta es sencilla, porque es una de las zonas mágicas más importantes de Inglaterra, llena de enclaves magnéticos y corrientes de energía telúrica y además, porque en ella se están dando cita desde hace algunos años, esas extrañas manifestaciones que se han dado en llamar el fenómeno de los círculos en los campos de trigo. Todos los hemos visto en muchas revistas fotografiados y aunque últimamente se vino a decir que eran obra de dos jubilados, semejante explicación cae de su base, ya que en la antigüedad, a éstos círculos se les había bautizado con el sobrenombre de “Círculos de las Hadas”, puesto que se aseguraba que eran las propias Hadas quienes, bailando en corro durante la noche, aplastaban las espigas sobre el suelo, y la cosecha, allá en los lugares que ellas habían danzado, componiendo incomprensibles dibujos, se volvían estériles.

Lo cual demuestra, que el fenómeno de los círculos que aparecen en los sembrados ingleses, no pertenece precisamente a nuestra época, dado que incluso hay grabados del siglo XVII, en los que fueron escenificados con todo lujo de detalles.

Hoy les damos el nombre de pictogramas y nadie se pone de acuerdo acerca de su origen, ¿será porque hemos marginado a las hadas dentro de los límites del libro de cuentos?

Con la llegada del cristianismo se pretendió desmitificar los encuentros de los mortales con las Hadas y así se nos relata la historia del ermitaño St. Collen quien habiendo penetrado en una colina encantada, fue amablemente recibido por el rey Gwyn ap Nudd ofreciéndosele un refrigerio que el monje rechazó mientras abominaba del rey y sus servidores a los que calificó de naturaleza infernal. Extrajo entonces agua bendita que había procurado llevar oculta, y al mojar a todos con ella, desaparecieron como por ensalmo, quedando sólo St. Collen sobre la colina, en medio de la noche.

Las leyendas y los cuentos tienen algo en común, guardan de manera críptica los retazos de la antigua sabiduría que hoy tan esforzadamente intentamos desvelar desde la atalaya de este nuestro siglo XXI.

Así, el mundo mágico de las colinas de las Hadas, puede ser ni más ni menos que el acceso a ese últimamente tan traído y llevado mundo intraterrestre del que muchas publicaciones especializadas vienen haciéndose eco de un tiempo a esta parte.

Se dice, que en ese universo subterráneo que se abre, según las consejas, en la Colina de las Hadas de Knockma, en Irlanda, su rey actual es Finvana y resulta singularmente curioso el que muchos estudiosos del tema, le adjudiquen el título de “El Rey de los Muertos, como si de un nuevo Plutón o Hades se tratara.

¿Qué hay de cierto en todo esto?... ¿Sólo son leyendas ¿Debemos creer en las Hadas?... Resultaría muy triste que las negásemos únicamente porque hemos llegado a la edad adulta.

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